viernes, 9 de mayo de 2008

Obras

Companys,

Ante todo gracias por mantener el contacto en ausencia de mis mails. He tenido que sacar tiempo de dónde no tenía para leer la avalancha de correos recibidos entre todos. Alegra ver cómo os preocupáis por mantener las amistades, y os puedo asegurar que, con el ejemplo que dáis, seguro que nunca estaréis solos ni vuestros hijos os dejarán abandonados en una gasolinera cuando el Alzehimer os aceche. Fills de puta!!

Aprovecho también para, después de haber hablado con Valvi en varias ocasiones y escuchar de su tierna vocecita los problemas que tiene con las obras, de reflexionar un poco acerca de lo más temido junto a la mudanza: LAS OBRAS.

Resulta que, por la razón que sea, necesitáis hacer unas obras (dos semanas, dos semanas), y os acercáis hasta la típica empresa de reformas. Aquí empieza el calvario.

Primero os enseñan maravillosas cocinas y baños que con caben ni que vuestro piso fuera un loft, os hablan de calidades, de marcas, de tendendias, mítica frase de: Esto se lleva mucho. Gracias señora, pero lo quiero para mi casa, no para salir con ello.

Finalmente se deciden a venir a casa (es lo único rápido que te harán, que lo se-pas) y miden la escena del crimen. Una vez medido, y con los materiales escojidos (se tarda de media 5 visitas y sobre 12 horas) te sientan en una mesa y con ep PC (muy profesional) te enseñan cómo va a quedar con el Cad, y la verdad es que viste, eh?. Bien, a partir de aquí empieza lo surreal.

Te exigen entre un 30 y un 50 % por los materiales, y te dicen que, con suerte, en 3 semanas empiezan (JA!). Después del primer de n cabreos, aparecen al cabo de mes y medio, sin casi aviso, justo antes de que te vayas a trabajar. Cuando vuelves a casa, no sabes si es tu hogar o que Bush estuvo buscando a Osama en la cocina y el baño, pero la verdad es que sólo hay escombros repartidos por toda la casa. Un cuadro vamos.

Esto se agrava si tienes que ir a ducharte a casa de la suegra, que vive misteriosamente cerca, y que jode el doble porque temes que abra el agua caliente de la cocina mientras te duchas, pero como estás en su casa...

Lo grave es cuando tienes que pedir horas en el trabajo porque tienen "unas dudas". Resulta que el responsable es un tío gordo y peludo, que te recibe en TU casa como si fuera la tuya, con un palillo en la boca, haciendo ruiditos con él y escupiendo el botín que saca de cada muela en TU suelo. Te dice que dónde van los enchufes. En la pared?? A ver, tú no has hablado con la que nos hizo el proyecto, Einstein?? Si, pero es que me he dejado los papeles en la oficina. En la oficiina, serás cabrón, si lo único que lees es el Marca mientras te tomas el carajillo a las 8 de la mañana, Unamuno. Al final le dices dónde va todo. Él, con el dialecto obril, traduce al ayudante tus instrucciones:

Tseeeee, (busca morralla entre los dientes y escupe) Tiés que tirar p'allá, y los póns como la de la d'ayer, tamos? Vuelve a escupir, y se agacha para enseñarle dónde hacer las regatas, y le dice "y no te cargues l'agua, como la semá pasá). Tú, entre que la única regata que ves es la de su culo, peludo y con tarzanillos, y el derroche de técnica mostrado ante ti, decides olvidarlo todo y marcharte otra vez.

Cuando llegas por la noche, resulta que todo está al revés, y te tienes que poner farruco para que lo dejen como quieres, como dijiste, porque sino, date por follado. Cuando todo parece estar marchando bien, resulta que las tomas de la cocina no sirven porque dónde va la nevera han puesto el fregadero, y la nevera que querías no pasa por la puerta, vamos, una maravilla.

Otro diá seguimos, porque, ahora que lo pienso, no os merecéis ni el aire que yo expulso, cabrones desapegaos.

LA Carrrrrrrrrpa

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