Companys,
Voy a contaros mis experiencias cuando, llevando poco tiempo en Asturix, mi trun y yo decidimos mudarnos de Oviedo a una Aldea.
Estuvimos viendo casas y nos enamoramos de una que, lo mejor que oímos de la gente fue "tiene muchas posibilidades". Eso, traducido, quiere decir que está echa una mierda y que pasarán lustros hasta que quede en condiciones. Pero nos decidimos, y allí empieza todo.
Cuando compramos la casa, rápidamente hicimos amistad con los vecinos de enfrente. El vecino, de unos 80 años de hace 4, amante de los perros (por decir algo, porque tiene 15) se nos presentó, y nos dijo "os ayudaré en lo que necesitéis". Yo, iluso de mí, pensé, claro, yo con 80 años también me ofrezco para lo que sea, no te jode! Qué equivocado estaba.
La casa era de un matrimonio, él chatarrero, ella enfermera con síndrome de diógenes, así que os podéis imaginar la de mierda que había en ella. Para que os hagáis una idea, estuvimos 15 días tirando mierda por la ventana del desván directamente al suelo, y hasta el día 15 las montañas llegaban al primer piso.
Aquí empezaron los misterios de la aldea. Tirábamos 340 kg de porquería al suelo, nos íbamos a la cama, y a la mañana siguiente, no había nada. Lo que era para tirar, tirado, y lo que era para quemar, en la montaña de quemar y ardiendo. ?Quién habría sido? El vecino, que con 80 años tiraba en 10 minutos lo que nosotros tardabamos un día entero.
Al preguntarle, nos dijo: Cagonlacunadecristo, no me cuesta nada, hombres. Anotar que nos presentamos como Marta y Daniel, y que estuvo 1 año llamándonos Ana y Javier. No se puede tener todo.
El primer fin de semana, para celebrar la llegada al pueblo, decidimos ir al Chigre (Bar) dónde nos dijeron que se comía muy bien. Llegamos y nos atendió un paisano cuarentón que no decía bien la letra "r", aunque en la carta (entendamos por carta una libreta escrita a mano" todos los platos tenían la dichosa "r".
Le decimos, hola, somos los nuevos (y tan nuevos, a nuestra llegada la media de edad bajó 25 años), que tenéis para cenar?
Y el tío elegante responde: Paga cenag, tenemos:
Espágagos gellenos de ogicios
Entgemeses calientes
Pastel de Cabgacho
Andagicas
Centollos (por fin un gespigo)
y de segundo tenemos:
Entgecot de tegnega
Cogzo
Escalopines al Cabgales
Lubina al Hogno (si es que cuando no es el plato es la manega, jodeg)
Gepollo gelleno de cagne
A todo esto, Magta, digo Marta, que todavía no estaba operada del tiroides, casi pierde los ojos de lo que le salían de las ogbitas... Así que, tan diplomática como de costumbre, Marta le dijo: Monín, no te entendí nada. El pobge hombge, humillado tras la meada de Marta, nos lo repitió más despacio, y debió pensar "estos de ciudad no se entegan de nada, jodeg".
Como era la celebración de bienvenida, pedimos Centollo, ensalada, y Lubina al Hogno. Todo estaba buenísimo, pero lo que realmente me chocó fue la cantidad: Descomunal.
El Centollo pesaba como 14 kg, y para hervirlo tuvieron que calentar la piscina. La ensalada era tan grande que se me cayó el tenedor dentro y me dieron otro, porque tenía un fondo de 2 metros, y la Lubina, más que lubina era tiburón blanco. Supongo que el Hogno era de Treblinka, porque todavía es hoy que tengo que ver un horno normal en el que quepa semejante pez.
Evidentemente no pudimos terminarnos aquella salvajada, y el tío, medio ofendido, nos dijo: No estaba gico? no lo habéis tegminado? es que no tenéis hambge? Pero en realidad estábamos tan llenos que no recuerdo si llegamos a casa andando o rodando.
Nos dispusimos a pagar, y al pedir la cuenta, su hermana (la alegría de la huerta y simpática y agradable como ninguna) va y nos dice: son 24 euros. 24 euros? No no, somos los de aquella mesa, hemos cenado. Con cara de pocos amigos nos dice: Si, ensalada, centollo, lubina y 2 sidras, 24 euros. Milagro!!!!!
Pero lo mejor nos sucedió al día siguiente. La casa tiene prao (riau riau), y en el fondo, el antiguo dueño dejó tirado un Talbot Horizón, el cual y lamentablemente no estaba ya para recuperar, porque la mitad era óxido. El coche estaba hundido en el barro, y tras él había crecido un árbol que dificultaba sacarlo de ahí.
Voy, miro, remiro, y se acerca el vecino, y me dice: Qué, sacamos el coche de ahí? Sacamos? Acaso crees que soy luchador de Sumo? Cómo vamos a sacarlo de ahí? Espera, voy a llamar a Adrián (un chaval de 17 años, 190 cm y 120 kg, la criatura) y a mi cuñado (Arcadio, de la quinta del vecino).
Aparece Adrián con un minitractor, tan mini que parecía que iba montado encima de un micromachine, y aparece el cuñado. Miran, remiran, y dicen : Atamos el coche al tractor y que Adrián tire. Efectivamente, lo enganchamos, empieza a tirar y....cloc! contra el árbol. Al otro lado hay un muro, y el espacio para pasar del coche era justito justito. Y ahora cómo movemos el coche??
Me miran desafiantes los octogenarios, se acercan al coche, lo cojen del parachoques....y lo levantan!!! Pero en qué pueblo me he metido? Vale, acabo de conocer a Obelix, dónde está Asterix? estaré soñando. La imagen más impactante que podáis ver, 2 octogenarios moviendo un coche por detrás. Meten una primera embestida, y lo mueven, pero al estar un poco de lado, mi vecino para para observar, pero Arcadio sigue, y lo sigue levantando. Al ver mi vecino que el tío seguía, mi vecino lo llama: Arcadio!! y el tío, como si lloviera. Arcadioooooo!!! nada. Arcadiooooooooo!! El tío estaba como pegado con loctite al coche, y no paraba. El vecino planta el bastón en el suelo, se pone erguido, saca pecho, coje aire, y suelta: CHEEEEEEEEEEEEIIIIIIIII!! (igual que para llamar a las vacas), y va Arcadio, para, se gira, y le dice, quéeeee.
Al sentirme tan humillado, a la segunda intentona intenté ayudar, cogiendo el parachoques por un extremo, pero si yo hacía fuerza 1 vez cada 3 segundos, ellos hacían 3 cada segundo, con lo cual, al poco me di cuenta que los 2 cafres estaban moviendo al coche.....y a mí.
Efectivamente sacamos el coche, y lo tiramos. Que dónde? Justo al lado de la finca hay un pozón, un sumidero de los de toda la vida, que según los vecinos se usó hasta hace poco como desagüe, y que si alguien tiene narices de entrar, puede encontrar coches, motos, y seguramente hasta algún desaparecido. Pues al pozón que nos vamos con el coche. Los primeros días se vio, pero hoy no creo que lo encuentren ni los de sin rastro.
Hoy me parece normal cenar 7 kg de carne, pero lo que todavía no he superado, ni creo que lo haga nunca, es la visión de 2 jubilados levantando un coche a peso.
La Carrrrpa
sábado, 10 de mayo de 2008
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1 comentario:
Dinio, que grande eres!!!. Si tot ho fas amb tanta aparent facilitat, miedo me das. Petons, campeon.
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